A LA TERCERA VA LA VENCIDA: Así dice el refrán popular. El teniente coronel inció el domingo 28 su tercera sesión de quimioterapia en el Hospital Militar de Caracas y no en La Habana como en las dos anteriores ocasiones desde que fue operado de un carcinoma en la pelvis el 10 y 20 de junio pasado en la isla antillana. Esta vez no explicó las razones por las cuales cambió de lugar de tratamiento aunque antes había preferido la medicina cubana. En el ambiente están todavía presentes las preguntas: ¿Desconfía de la medicina y de los médicos venezolanos? ¿Sigue siendo tan importante la influencia de la Dirección de Inteligencia Interna de Cuba, mejor conocida como G-2, que el teniente coronel prefirió en sus dos primeras intervenciones ponerse en manos de especialistas extranjeros? ¿Las recomendaciones de los hermanos Castro pesan más que las de sus compatriotas, tanto civiles como militares?
Pues parece que esta vez los consejos y recomendaciones de sus más allegados en este proceso de su vida (Maduro, Istúriz, Jaua y sus dos hijas), quienes le han hecho entender lo "poco práctico" y lo "mal visto" de seguir el tratamiento en La Habana, teniendo las mismas instalaciones, seguridad y comodidades en el Hospital Militar ubicado en San Martín al suroeste de Caracas.
La sala presidencial del Hospital Militar, mejor dicho, todo un anexo del edificio especialmente acondicionado para el tratamiento del teniente coronel, ha sido rigurosamente aislado del personal médico y paramédico para evitar la filtración de datos sobre su salud. Los galenos que tengan que tener contacto con él, son revisados escrupulosamente y sus celulares, teléfonos y computadoras personales han sido intervenidos, para prevenir filtraciones a la prensa. (Como si eso sirviera de algo). Todos sus fluidos y material de desecho orgánico están siendo celosamente vigilados para que no caigan en manos de los extraños y no puedan enterarse de su verdadera enfermedad. Los fármacos que le están suministrando para el ADC grado IV son: oxaliplatino, irinotecan.5, fluoroulacilo y capecitabina, además le están aplicando en tipo cóctel folfox y folfiri con los anteriores fármacos. Está hinchado, deforme por los esteroides y la cortisona.
El teniente coronel aparenta estar "bien"; aparenta asumir su enfermedad con aplomo, decoro y positivismo. Sin embargo, en la intimidad, ante muy pocos, ha confesado sus temores, su preocupación de "no alcanzar sus objetivos como mandatario". Su preocupación por el futuro de Venezuela sin su presencia lo lastima, y continúa lamentándose el haber sido "tan personalista en esta docena de años". Ya no sabe a quién acudir en lo religioso. Imágenes de Cristo y de la Virgen María; misas de sanación evangélicas y hasta un "bilongo", acto de fe caribeña, también conocido por el sincretismo religioso entre lo pagano y lo cristiano han sido utilizados para "conectarlo" con El Creador. Sin embargo, la procesión continúa por dentro. El teniente coronel tiene miedo, y aunque públicamente no lo expresa, se le nota; se le ve. La cámara no miente...y su mirada tampoco.
Pues parece que esta vez los consejos y recomendaciones de sus más allegados en este proceso de su vida (Maduro, Istúriz, Jaua y sus dos hijas), quienes le han hecho entender lo "poco práctico" y lo "mal visto" de seguir el tratamiento en La Habana, teniendo las mismas instalaciones, seguridad y comodidades en el Hospital Militar ubicado en San Martín al suroeste de Caracas.
La sala presidencial del Hospital Militar, mejor dicho, todo un anexo del edificio especialmente acondicionado para el tratamiento del teniente coronel, ha sido rigurosamente aislado del personal médico y paramédico para evitar la filtración de datos sobre su salud. Los galenos que tengan que tener contacto con él, son revisados escrupulosamente y sus celulares, teléfonos y computadoras personales han sido intervenidos, para prevenir filtraciones a la prensa. (Como si eso sirviera de algo). Todos sus fluidos y material de desecho orgánico están siendo celosamente vigilados para que no caigan en manos de los extraños y no puedan enterarse de su verdadera enfermedad. Los fármacos que le están suministrando para el ADC grado IV son: oxaliplatino, irinotecan.5, fluoroulacilo y capecitabina, además le están aplicando en tipo cóctel folfox y folfiri con los anteriores fármacos. Está hinchado, deforme por los esteroides y la cortisona.
El teniente coronel aparenta estar "bien"; aparenta asumir su enfermedad con aplomo, decoro y positivismo. Sin embargo, en la intimidad, ante muy pocos, ha confesado sus temores, su preocupación de "no alcanzar sus objetivos como mandatario". Su preocupación por el futuro de Venezuela sin su presencia lo lastima, y continúa lamentándose el haber sido "tan personalista en esta docena de años". Ya no sabe a quién acudir en lo religioso. Imágenes de Cristo y de la Virgen María; misas de sanación evangélicas y hasta un "bilongo", acto de fe caribeña, también conocido por el sincretismo religioso entre lo pagano y lo cristiano han sido utilizados para "conectarlo" con El Creador. Sin embargo, la procesión continúa por dentro. El teniente coronel tiene miedo, y aunque públicamente no lo expresa, se le nota; se le ve. La cámara no miente...y su mirada tampoco.
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